Durante un
festival de arte, en la década de los 90, adentro de un cuarto en penumbras, un
patojo a todas luces fuera de sus cabales, le escupía tinta a las paredes. Y
cuando se cansaba de tirar su ira de color negro, hacía dibujos a la par de las
manchas, encima, debajo… Resulta que ahí estaba Luis Villacinda, boquiabierto,
observándolo todo. Ese fue el día en el que eligió al responsable de ponerle rostro
al Monitor, de crear su personalidad irreverente y salvaje.
Gracias al
talento de Alejandro Azurdia y al ojo del Villacinda, nació el eterno “retarded
boy”, esa especie de maniático Peter Pan que además de resistirse a crecer, se
niega a morir.
Todos conocemos la anécdota de cómo el Villacinda
te encontró para involucrarte en Monitor, pero nada se sabe de tu versión de la
historia. ¿Cómo fue ese primer encuentro con él y por qué decidiste entrarle a
esta revista?
Bueno, mi primer
contacto con Villacinda ni él se lo sabe. Fue cuando estaba yo en primer año de
U (un poco antes de lo que sucedió en su anécdota). Yo miraba las ilustraciones
que en ese entonces publicaban en El Periódico, el diario donde él trabajaba
como director de arte. Me alucinaron. Yo dije “¡quiero hacer eso! ¡quiero
ilustrar para una publicación editorial como un periódico! Averigüé quien era
el director de arte y le mandé mi currículo y claro, jamás me contactó. Para
esa época no tenía nada de peso como para lograr ese puesto.
Despúes de un
tiempo sucedió lo de Tripiarte, que fue un festival que se dio en las
instalaciones de Correos. Cada uno de los artistas teníamos un espacio para
intervenir. Yo forré un cuarto con papel blanco y puse un foco rojo. Así, en
las penumbras, empecé a escupir tinta por todos lados manchando e ilustrando
sobre las paredes de papel.
Villacinda se me
acercó y me dijo algo así.... "Vos, qué chingón lo que hacés. ¿Tenés cel?”
Con el tiempo, logré
entrar a Siglo 21, como ilustrador, y él me contactó para que colaborara con su
aun-en-gestación-hijo-bastardo, "el Monitor" a lo cual respondí un sí,
sin dudarlo.
Llegué a su casa
y me reveló el plan editorial de la revista, me transmitió esa pasión con la
que él hablaba de ella y desde ese entonces quedé comprometido con ese producto
de una manera muy especial
Le pregunté “¿qué
limitantes tengo?” A lo que me respondió “Sos libre, Azurdia, hacé lo que te
rechingue la gana. Eso sí... quiero ver experimentación”. (Ese era mi fuerte).
2. Ya cuando Monitor vio la luz, surgió el estilo
"retarded boy" en tus ilustraciones ¿O surgió desde antes, desde que
era sólo un proyecto? Para quienes no lo conocen, ¿de qué se trata? Bueno, creo que
se solidificó con la revista. Siempre me atrajo la intuición plástica. En ese
momento no sabía lo que era, solo sabía que me pelaba la academia, no quería
hacer proporciones ni construcciones, lo que yo hacía era más que todo
ilustraciones casi a manera de catarsis, era más expresión libre sin tanto
pensar. Para Monitor empecé a realizar íconos de ese tipo con tinta y a veces a
crayón seco y, sin afán de ofender a nadie, eran artes que fácil los podría
haber realizado un niño con algún retraso mental, lo cual no es fácil. Dibujar así
requiere huevos, para dejar por un lado esa estética que te enseña la academia
y lograr tener casi un discurso con tu subconsciente.
3. A veces participabas en las reuniones de
planificación de los viernes... Ahora que lo pienso, era muy escasa tu presencia.
¿Siempre has sido así de escondido? Y si casi no estabas, ¿cómo lograbas captar
la idea y transmitir esa intención que se había decidido para los artículos,
postales u ocurrencias de la mara? Mira, como buen
artista wannabe, soy un gran antisocial. Mi esposa, que es psicóloga, puede dar
fe de lo que digo. No es por timidez, pues mis trabajos requieren de hablar en público
mucho, es simplemente que a mí me bastaba que me explicaran en 5 minutos de qué
trataba el número y ya. Yo me resolvía por mi cuenta. De hecho, creo que en esas
reuniones cada uno divagaba mucho en todo. Era funcional, pues es como que cada
uno tenía una revolución mental de ideas... pero yo ya solo recibía la
síntesis. Suficiente con mis revoluciones mentales como para tolerar las
revoluciones de unas 13 personas al mismo tiempo.
4. ¿A dónde imaginabas en aquel entonces que
podíamos llegar con Monitor? No lo sé, no me
interesaba. Probablemente al inodoro de jóvenes rebeldes que lo leían mientras
defecaban. Yo solo estaba enamorado del proyecto, no me importaba nada más.
Jamás imaginé que hasta la fecha me encontraría gente que me relaciona con el
Monitor. Sin duda ahora sé que es una referencia de mi vida profesional.
5. ¿Te parece que vale la pena seguir sumergidos
en esta nostalgia por aquella época? No encuentro nada
como el Monitor en Guate, me pela que lo hagamos nosotros o no. Pero, ¡maldita
sea! tiene que existir en Guate algo que alguien tan anti-lector como yo pueda
consumir, pueda devorar...
6. ¿Qué estás dispuesto a aportar para la nueva
ronda monitoresca que se viene, ahora que sos esposo y padre de familia? No tenés idea lo
que el Alec (mi hijo) puede aportarle a mi retarded boy interior. Ahora estoy más
en contacto con mi yo niño y de eso se alimenta el retarded boy... Creo que
ahora tengo más experiencia, pero también tengo a mi hijo que me regresa a
aquella persona que podría jugar horas a ser superhéroe solo con tener una máscara
chafa de la feria.
Mariela, mi
esposa, siempre ha sido mi mejor cuata. Ha estado desde el inicio de Monitor, a
la fecha, y siempre ha sido mi groupie y crítica más honesta. Entonces, el ser
esposo sigue nutriéndome de la misma manera.
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