miércoles, 27 de febrero de 2008

Con nombre de color



COLABORADOR
Acabo de mudarme al tercer piso de ese edificio que se llama vida (que ya tengo 30, -por si no entendieron la alegoría), casi he abandonado a la poesía que un lustro atrás me salvó del suicidio; y, estoy a un año de cumplir una década ganándome la vida a puros teclazos en el nada recomendable mundo del periodismo.
De monitoR tengo presente al equipo detrás de las notas (vaya firmitas, hoy colegas y amigos) así como las tres o cuatro ocasiones que pude escribir en sus páginas (un central, por lo menos). También, el montón de veces que lo hojeé y desde luego, esas magníficas reuniones de planificación en las que se almorzaba gratis (por cierto, sólo fui a una de ellas).
Ahora, tengo algún puñado de ejemplares del monito junto a mi primera impresora y un escáner que el XP es incapaz de reconocer. Qué bueno que siempre existe mercado para la nostalgia porque confieso que el pasado 7 de diciembre estuve a punto de deshacerme de los números que conservo de monitoR, pero se salvaron gracias a mi hueva por la limpieza.
De la época de monitoR a la fecha, no he variado mucho: sigo prostituyendo mi imaginación como periodista (en publicaciones de Siglo XXI) y firmando ese trabajo tanto con mi nombre de pila como con Braliem Jousc, un alter ego que sufre de personalidad múltiple pues tambien responde al nombre de el Verde.

1 comentario:

J M dijo...

Ese verde no madura, pero mejor porque siempre está fresco. Lástima que no le daban permiso para escribir en Monitor, se tenía que capear...